A veces, vas en el avión o en el metro y oyes, a medias, una de esas conversaciones en las que estás a punto de participar y no lo haces porque nadie te ha invitado. Comentaban dos amigos que la mujer de uno de ellos le estaba dando la tabarra para que se controlara a la hora de comer porque había pasado de tener unos quilitos de más a estar gordo. El otro le contestó “y que quiere que con 60 estés como con 20. Tú ni caso que para los cuatro días que nos quedan, mejor disfrutarlos”.

Supuse que ninguno de ellos se había dado cuenta de que estaban hablando de una enfermedad. A nadie se le ocurriría decirle eso mismo si se hablase de otro problema de salud. Y es que, buena parte de nuestra sociedad, cree que la obesidad es sólo una cuestión estética y se olvidan de la parte importante. Como por ejemplo, que ser obeso aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o cáncer; o que es la segunda causa evitable de muerte, sólo a un paso del tabaquismo.

España tiene cada día más obesos y personas con sobrepeso. Y no sólo adultos, también los niños sufren este problema de forma creciente. Y eso nos debe preocupar como ciudadanos de a pie, pero también como sociedad.

No digo que debamos obsesionarnos con subirnos cada día a la báscula. Eso también es una enfermedad. Pero sí que comamos lo que necesitamos no sólo lo que deseamos comer. Que controlar la dieta, es una responsabilidad para con nuestro organismo. Que el ejercicio físico, pasear, ir en bicicleta, subir escaleras… debe ser algo natural en nosotros. Que cuando sabemos que nuestro peso pasa del que sería conveniente, hagamos el esfuerzo de perder el exceso, aunque sea poco. Y que cuando no podemos, acudamos a un especialista, que para eso estamos, para ayudar. Pues aunque neguemos el problema, él seguirá ahí.