Oímos hablar del PRP, del plasma, de los factores de crecimiento… y de su aplicación en distintas ramas de la medicina. De hecho, actualmente, el tratamiento con Factores de Crecimiento se usa en diversas áreas médicas que van desde la oftalmología a la cirugía plástica pasando por la reumatología, la traumatología o la odontología obteniendo unos resultados que, en ocasiones, evitan entrar en quirófano.

En medicina estética, el PRP se han convertido en una de las grandes bazas de los tratamientos antiaging para el rejuvenecimiento facial. Un tratamiento del que puede beneficiarse cualquier tipo de piel sin albergar ni efectos secundarios ni reacciones alérgicas.

LOS FACTORES DE CRECIMIENTO

Pero, ¿qué es el plasma rico en factores de crecimiento? Es una serie de proteínas que se encuentran en las plaquetas y que ayudan a acelerar la recuperación del tejido donde son inyectadas. Para conseguir esas plaquetas basta con extraer sangre al paciente, centrifugarla, separar el plasma rico en plaquetas y, una vez conseguido, aplicarlo para que libere las proteínas que buscamos. Después, gracias a una microinyecciones se introducen en la zona que deseamos tratar. El proceso no suele durar más de 30 minutos y es prácticamente indoloro.

Con este procedimiento se consigue utilizar al propio organismo del paciente para que se “trate” a sí mismo, consiguiendo que nuestra piel se regenere y se repare, mediante la activación de fibroblastos (celulas que producen colágeno, elastina y ácido hialurónico) devolviéndole parte de la juventud perdida, pues las inyecciones de Factores de Crecimiento permiten una mejora de la tersura del cutis, un aumento del tono de la piel, un mayor grosor y, sobre todo, más luminosidad al rostro. Todo ello se traduce en unas facciones rejuvenecidas sin ningún efecto secundario ni rechazo, ya que el material infiltrado es autólogo, es decir, de la misma persona.

NO SOLO PARA LA CARA

Este tratamiento se puede aplicar tanto a partir de los 35 años, como un procedimiento preventivo que ralentice el paso del tiempo en nuestra piel, como a partir de los 45 años, con un claro objetivo regenerativo y correctivo del proceso de envejecimiento.  Además, no solo está indicado para el rejuvenecimiento del rostro sino también para otras zonas más “olvidadas” como son el cuello, el escote o las manos, donde se consiguen grandes resultados.

Debemos tener en cuenta que los factores de crecimiento actúan estimulando el tejido, por lo tanto no debemos esperar un resultado instantáneo, sino una mejora paulatina que se hace plenamente visible a partir del séptimo día. Suele requerir más de una sesión, dependiendo del estado de la piel del paciente y de sus circunstancias: si es fumador, con fotoenvejecimiento, con la piel muy deshidratada, etc. Después de las cuales el paciente puede incorporarse inmediatamente a su vida cotidiana siguiendo unos sencillos consejos.

Además, este tratamiento puede combianarse con otros procedimientos de medicina estética como el botox, los rellenos de arrugas con ácido hialurónico, peelings laborales, radiofrecuencia, vitaminas, etc., para conseguir un resultado excelente.

Conoce este tratamiento aquí.