Ya estamos de nuevo y como siempre con los nervios a flor de piel. Preparar las maletas para viajar a Bissau es muy distinto a prepararlas para cualquier otro viaje, pues dejo atrás los pantalones y camisetas para meter gasas y material de sutura con la esperanza de que esta vez me llegue para todos los pacientes que me esperan allí.
Esta vez no viajo solo, otros compañeros harán conmigo el viaje. Además, allí me esperan Núria y Juan, con quien ya compartimos fatigas en abril, y esta vez también estará Laura, una enfermera voluntaria que lleva casi seis meses trabajando con nosotros en Guinea Bissau. Espero que se convierta en otra mano derecha para mí como ya sé que lo serán Núria y Juan.

No deja de ser curioso la tranquilidad que siento cuando entro cada mañana en un quirófano de aquí, y los nervios que me invaden todo el cuerpo cuando, mentalmente, me pongo a organizar el quirófano de allí. Y es que, es África. Por ello llevamos semanas buscando un regulador de oxígeno que funcione, buscando técnicos que nos arreglen las lámparas que han decidido dejar de funcionar en el último momento o intentando conseguir una resistencia para sustituir la que se ha estropeado del esterilizador.

La lista de pacientes es larga y, aunque sé que llevo material para todos ellos, también sé que, una vez allí, llegarán muchos más. Siempre es así.

El viernes ya estaré allí y espero poder escribiros como lo hice en abril. Es increíble saber que estáis ahí, dándonos muchas fuerzas a todos.