Es curioso ( o quizás no) de que nos enteremos de dos noticias casi a la vez. Por un lado, el hospital de La Paz de Madrid ha realizado la primera reducción de estómago de España a una menor (un chica de 15 años a la que le sobraban 79 kilos y con la que ya se había intentado todos los tratamientos previos posibles) y por otro, que el 45 % de los niños españoles de entre seis y nueve años tienen problemas de peso (no es que estén algo rellenitos, sino que el 26 % sufren sobrepeso, mientras que 19 niños de cada 100 sufren una obesidad severa). Sé que ya he escrito en alguna ocasión sobre este tema, pero es que me preocupa de verdad.

Además de lo que ahora nos tengamos que plantear sobre nuestro pequeños, también deberíamos poner sobre la mesa todos aquellos problemas que les afectarán en un futuro no muy lejano, porque las actuales tasas de obesidad infantil tendrán graves consecuencias tanto en el ámbito social como en el de la salud pública. Nuestros niños gorditos que llevan una dieta demasiado rica en carbohidratos rápidos y grasas saturadas, que se pasan demasiado tiempo delante del ordenador y la consola en lugar de estar dándole patadas a un balón o haciendo carreras con sus bicicletas, serán enfermos en un futuro que está a la vuela de la esquina y enfermedades ahora típicas de personas que han superado la barrera de los 60 (como la diabetes o enfermedades coronarias) serán habituales antes de los 40 o encontrarnos que el infarto se convierta en una enfermedad pediátrica. Todo esto puede sonar a exageración, pero os aseguro de que no lo es: en poco más de 15 años, en España, la obesidad infantil ha pasado de un 5 % a un 19%. ¿Qué pasará cuándo estos niños sean mayores?

A todo ello, los expertos aseguran que simplemente estamos en la primera fase de la epidemia y que si no ponemos remedio seguirá expandiéndose. Por ello ahora cabe preguntarse ¿Qué estamos haciendo mal?¿Cómo estamos comiendo?¿Por qué no nos movemos más? ¿Dónde está nuestra rica dieta mediterránea?

A todos los padres, pediatras, profesores y ¿por qué no? a todos los niños recordad que estamos ante una enfermedad y es mucho más fácil prevenirla que echar marcha atrás cuando ya la sufrimos.