Hace poco publicaron una entrevista en la que se hablaba de la nueva clínica que estoy construyendo en Sant Cugat. Y el otro día, cenando con unos amigos, alguien me dijo entre bromas y guiños “con la que está cayendo y te pones a construir una clínica de 6.000 m2. ¿Que no sabes que estamos en crisis y que ya nadie construye nada?”

Y pensé que sí, que es cierto que estamos viviendo una de las peores crisis de los últimos años, que muchas empresas cierran, que España tiene una escalofriante cifra de parados, que de cada 100 personas que quieren trabajar en nuestro país, más de 26 no lo consiguen, que la pobreza -especialmente entre los niños- crece a pasos agigantados… Pero ¿podemos permitirnos el lujo de quedarnos como estatuas de piedra esperando a que escampe el temporal? ¿Vamos a dejarnos invadir por el miedo a la crisis hasta que el pánico nos paralice completamente?

En época de vacas flacas (esqueléticas diría yo) como el que estamos viviendo siempre hay dos opciones: no hacer nada o buscar la oportunidad en esta situación. Es cierto que no todo el mundo la encuentra, pero lo más importante es hacer todo lo que esté en nuestras manos por buscarla y no quedarnos de brazos cruzados esperando que otros nos la sirva en bandeja.

Si observamos empresas que siguen funcionando e incluso están creciendo, vemos que la clave de su éxito en los tiempos que corren no sólo dependen del factor suerte, sino que previamente se ha apostado por el trabajo bien hecho.  Así las empresas o personas que hoy siguen adelante son aquellas que evitaron el despilfarro en los buenos tiempos, que apostaron y siguen apostando por mejorar día a día, que llevaron a cabo una buena gestión, que se prepararon con tesón y que han llevado su empresa con coherencia.

Y creo  que esas personas debemos demostrar que podemos seguir hacia adelante, con coraje y mucha confianza en uno mismo. Porque son todas esas personas, esas empresas (grandes, medianas o pequeñas, es igual), esos autónomos… los que se lían la manta a la cabeza y, a pesar de lo negro que pinta la situación, demuestran que el espíritu emprendedor sigue latente y que su optimismo y sus ganas por cambiar la situación son buenas garantías. Todas estas personas acabarán ayudando a los demás, a los que lo tienen más difícil, a los que la falta de oportunidades les está cerrando todas las puertas, a los jóvenes que no encuentran empleo y a los padres que los perdieron. Porque serán ellos los que vuelvan a crear empleo y mejorar nuestra economía.

Así que sí, estoy construyendo una clínica en Sant Cugat. Un lugar donde espero que encuentren trabajo un buen grupo de personas. Un lugar donde espero seguir creciendo en todos los sentidos.