Discurso del Dr. Mañero durante la celebración del 10º aniversario de la Fundación Dr. Mañero

No quiero hablar de grandes números, algunos de estos números ya los conocéis, también están en este pequeño flyer. Yo os quería explicar una historia, sabéis que me gustan las historias, pero esta historia está muy ligada a la fundación.

Era Navidad cuando Helena y Victoria, dos hermanas gemelas, nacieron prematuras al Hospital Simao Mendes el hospital general de Guinea Bissau, lo más importante y grade de todo el país, pero también con unas grandes carencias en profesionales, material, medicamentos, protocolos… Su madre murió en el parto y nadie las reclamo: ni su padre, ni sus abuelos, ningún tío o tía, ningún amigo de la familia. Simplemente los olvidaron.

Como eran muy pequeñas las pusieron en una incubadora que no funcionaba bien: una cabeza para arriba y otra cabeza para abajo. Quizá fue porque la luz de la incubadora no era la adecuada, o que la incubadora no funcionaba bien, o que nadie revisara la temperatura… pero el caso es que las niñas sufrieron quemadas muy graves. Y, como no tenían madre, nadie las había alimentado durante los dos días que fueron olvidadas en la incubadora.

Fue entonces cuando avisaron la Isabel Johanning, la directora del pequeño orfanato Casa Emanuel, por si quería acoger las niñas, ahora quemadas y desnutridas. Y ella nos llamó a nosotros. En el país no había ni cremas, i medicación, ni nadie que entendiera en bebes quemados. Y las niñas lo necesitaban todo.

Pedimos ayuda a amigos y entre todos conseguimos todo el material, todas las gasas y cremas, todos los complementos alimentarios y los calmantes adecuados a su edad. Todo en un tiempo récord. Enviar el paquete fue una auténtica odisea, no solamente porque costaba 600€ el envío, si no por problemas de aduanas que significa enviar medicamentos. Fue la primera vez, también, que nos tuvimos que enfrentar a un sistema que no entiende de niños quemados y de urgencias, solamente de normas y de “nos”. Esto también marco nuestra manera de hacer como ONG: decidimos no rendirnos bajo ningún concepto. Es verdad que solamente estábamos ayudando dos niñas de entre muchas, pero eran aquellas dos niñas, eran la Helena y la Victoria, y sabían que valía la pena luchar, por ellas. Desde entonces no hemos dejado de luchar por muchas otras Victorias y muchas otras Helenas. No sabemos de cosas fáciles, nos motiva poner nuestro grano de arena para cambiar el mundo.

Porque no son personas anónimas, no son números… son niños, mujeres y hombres con un nombre, una vida, un futuro y una sonrisa.

Y fue así como Helena y Victoria se convirtieron en nuestro primer proyecto, cuando todavía la Fundación era solamente una ilusión, un sueño, una idea que llevaba muchos años en nuestro interior.

Ellas no solamente fueron nuestro primer proyecto, si no que han formado parte de muchos de los que han venido después:

Ellas forman parte de los 130 niños que hoy viven en Casa Emanuel, un orfanato que ayudamos a construir y que contribuimos a que siga funcionando día a día.

Han crecido sanas porque han podido disfrutar de un biberón cuando eran más pequeñas y de un plato en la mesa cada día, cuando lo han necesitado.

La Helena y la Victoria son dos de los más de 600 alumnos que van a la escuela comunitaria cada día, que participen de las actividades deportivas en el pabellón y del cine al aire libre cuando se portan bien.

Cuando Helena sufrió una malaria recibieron toda la atención sanitaria que necesito el Centro Médico Emanuel y cuando la Victoria se cayó y se hizo daño en una pierna, fue en este centro donde la curaron unos sanitarios que se han formado con nuestros voluntarios en un hospital que hemos ayudado a construir. De hecho, hace unos cuatro años, cuando la hernia umbilical de la Victoria empeoro, fui yo quien, en uno de mis viajes, elimine de su pequeña lista de problemas.

Ellas no pasaron nunca por la tortura de la ablación ni por un matrimonio forzado mientras son unas niñas, como pasan una de cada tres niñas de Guinea Bissau.

Seguramente Helena aprenderá costura en nuestro taller porque le encanta crear y jugar con telas, y, ¿quién sabe? Quizá estaremos delante de la primera diseñadora de ropa de Guinea Bissau. ¡Os invitaremos a todos a la primera desfilada!

Victoria todavía no tiene claro que quiere ser de grande, pero no hay prisa, porque puede continuar disfrutando de su infancia. Nadie no las obligará a trabajar para mantener la familia como si hacen otras tantas niñas de África. Solamente hace falta que se ocupe de hacerse la cama, arreglar la habitación, de recoger su plato y de jugar. Pero a la Victoria le cuesta estudiar, de hecho está haciendo tercero de primaria cuando tendría que hacer sexto, como su hermana. Pero ella tiene dificultades de aprendizaje y lo más probable es que vaya a la escuela de Biombo donde trabajamos con niños y niñas que les cuesta más estudiar y lo hacemos con un método diferente, adaptándonos a su ritmo, a su manera de aprender, a sus intereses para motivarnos. Esta escuela empezó a funcionar en septiembre pasando con solamente 6 niños, es un programa piloto, pero los resultados nos han maravillado, tanto que hay un interés por parte de otras escuelas para implantar este sistema en que los niños aprenden jugando y experimentando y que prefieren hacer clase a salir al patio.

Helena y Victoria no tan solo forman parte de nuestra historia, también de nuestro futuro. Ellas son felices y con ellas nosotros, porque representan todo aquello en lo que luchamos cada día, para ello que entre todos vosotros nos ayudáis a construir.

Si quieres ver la fotografías del evento puedes seguir este enlace.